miércoles, 27 de febrero de 2013

VENTURA RODRIGUEZ Y LA IGLESIA DE SAN MARCOS

La Iglesia de San Marcos está situada en la calle San Leonardo nº 10, muy cerca de la Plaza España y representa uno de los desconocidos monumentos que existen en este sitio tan céntrico de la capital. El otro lo estudiaremos en el siguiente blog (así que os dejo con la intriga). La mandó construir el rey Fernando VI para conmemorar la victoria de Almansa, que tuvo lugar el día de San Marcos, un 25 de abril de 1707, y que supuso el avance de las tropas de Felipe V hacia el Levante español. Con ello se conseguía dar un paso muy importante para vencer la resistencia de las tropas del archiduque Carlos a la corona de España. En fin, era como un homenaje al primer Borbón español, padre de Fernando VI. Para ello el rey no lo dudó ni un instante y contrató a los mejores artistas del momento, los que trabajaban ya para él en las obras del nuevo Palacio Real de Madrid. Arquitectos como Ventura Rodriguez, escultores de la talla de Juan Pascual de Mena, Felipe Castro o Robert Mitchel se dan cita aquí. El III Duque de Berwick, Jacobo Fitz-James Stuart y Colón patrocinó esta construcción, recordando que las tropas de Felipe V estaban capitaneadas por sus antepasados. Además, a esta iglesia cercana al palacio de los Berwick (denominado Liria) eran a donde acudían los miembros de esta casa nobiliaria. La amistad y unión con el gran arquitecto Ventura Rodriguez les llevó a encargarle también su residencia en la capital décadas más tarde.

Fachada de San Marcos, donde se combina la estructura vertical de la parte central
con las horizontales y cóncavas de las partes laterales (Foto SIEMA)

Vista general de las cubiertas de San Marcos, con el campanario
y la linterna de la cúpula (Foto SIEMA)

Esta Iglesia se tardó poco en construirse, desde 1749-1753. Y es considerada como la primera gran obra que hace en Madrid Ventura Rodriguez. Durante esos años Ventura Rodrguez llega a lo máximo de su fama y confianza con el Rey Fernando VI. Remontándonos un poco en el tiempo diremos que este arquitecto, con sólo 14 años, trabajaba al servicio de Marchand en las obras de Aranjuez. Con 18 años entra al servicio de Iuvara y, al fallecer éste en 1735, se formará con Sacchetti.  Debido a sus conocimientos del dibujo y la arquitectura será nombrado con sólo 24 años "Aparejador Segundo de las obras de Palacio Real" (1741). Es autodidacta y se adentra en el Barroco romano a la perfección sin haber estado nunca en Roma. Cuando se inicia esta iglesia, en 1749, tenía el título de arquitecto delineador mayor de las obras del Palacio Nuevo, llegando a ser arquitecto mayor de palacio en 1752. Fernando VI le preferirá a él frente a Sacchetti para terminar las obras de la Capilla Real. También en  1752 será nombrado Director de la sección de Arquitectura de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Durante la década de los 50 todas las obras suyas denotan ya esa gran influencia italiana y, curiosamente, será miembro de la Academia romana de San Lucas. Después, con el rey Carlos III será sustituido por Sabatini en las obras de los sitios reales, pero seguirá con mucha actividad y abordando todos los temas: será Director de la Real Academia de Bellas Artes entre 1766-75, diseñará todo el entorno del Prado y sus fuentes, realizará edificios religiosos (conventos, iglesias y catedrales), civiles para la nobleza ( Palacio de Liria o del Infante D. Luís son de los más conocidos), y otra edificación de carácter civil ( cárceles, casas consistoriales, teatros, plazas mayores, cuarteles, etc..

El diseño de la fachada recuerda a San Andrés del Quirinal en Roma. Está realizada toda ella en ladrillo, excepto la piedra de los capiteles, de puertas y ventanas. Consta de una estructura vertical muy sencilla, con remate de frontón y cruz de piedra. Está flanqueada por esas dos pilastras gigantes de orden compuesto. Presenta una puerta monumental con molduras barrocas y frontón decorativo semicircular, así como las molduras terminadas en volutas que rematan la ventana del coro de arriba. Pero se da una ausencia total de decoración escultórica en figuras al exterior. Las líneas cóncavas de los laterales y las cubiertas manifiestan ya la perspectiva y movimiento barrocos que también encontraremos dentro. Interesante la sencilla torre-campanario de ladrillo y la linterna con tejado curvo de la cúpula central.

Planta de San Marcos (wikipedia)

Como se aprecia en este plano, la planta es espectacular. Recuerda a la de San Felipe Neri, realizada por Iuvara en la ciudad de Turín. Es una planta formada por cinco elipses seguidas y como embutida en el muro. Sobre la primera elipse se sitúa el coro alto a los pies de la Iglesia, esta es pequeña, aunque no tanto como la última, que aparece detrás del presbiterio y sólo se aprecia en la planta. En la entrada, bajo el coro con el órgano, encontramos a la derecha un Cristo crucificado de madera rodeado de pinturas de la Dolorosa y San Juan (todo el conjunto es del s.XIX), pero luego, en los muros de la siguiente elipse, se encuentran los dos retablos más bonitos de la iglesia: San Benito y Santa Escolástica. Es una iconografía benedictina, porque desde su creación, hasta 1820 en que se constituyó como parroquia independiente, dependía del Monasterio Benedictino de San Martín. Los dos retablos barrocos en madera policromada se conservan muy bien. En el de la izquierda vemos la magnífica talla de "San Benito", obra de Juan Pascual de Mena en el s.XVIII y, encima, la pintura de Luis González Velázquez, representando a "San Benito con la visión de la Santísima Trinidad". Las pequeñas esculturas de abajo son un añadido del s.XIX (Sta Lucía y San Roque). Simétricamente en frente está el de Santa Escolástica, la hermana de San Benito, también de Pascual de Mena. La pintura de González Velázquez está algo deteriorada por la humedad y representa a "San Benito confesando a su hermana". También las esculturas de San Miguel y de San Ramón Nonato son del s.XIX.
Cristo crucificado en madera policromada, ante las pinturas de 
S.Juan y la Virgen, s XIX (Foto SIEMA)

Retablo de San Benito, escultura de Juan Pascual de Mena
(Foto SIEMA)

Retablo de Sta. Escolástica (Foto SIEMA)

Primera elipse, pequeña, justo en la entrada
(Foto SIEMA)

Coro a los pies de la iglesia, con balcón elíptico. El órgano es de 1905, contiene
registros de piano y arpa, pero lleva sin funcionar sesenta años(Foto SIEMA)

Vista general desde la elipse central (Foto SIEMA)

Arranque de la cúpula (Foto SIEMA)

Cúpula central de San Marcos (Foto SIEMA)

En las fotografías de la cúpula de la gran elipse central podemos ver las pilastras gigantes de orden compuesto y la gran línea de cornisa que se mueve y se parte y recorre toda la iglesia, pero lisa, sin decoración escultórica. Ésta la diseña Ventura en los casetones de los lunetos de la cúpula y en la linterna y es a base de grandes flores. A Ventura Rodriguez le gustaba tanto esta obra que quiso ser enterrado a los pies de esta cúpula y así estuvo hasta que durante el s.XIX lo trasladaron a la llamada Capilla de los Arquitectos de la Iglesia de San Sebastián. Pero, como vemos, salvo muy pocos añadidos, se conserva todo el conjunto arquitectónico, escultórico y pictórico propio del s.XVIII. Bajo esta cúpula Luis González Velázquez pintó los cuatro Evangelistas en los lienzos, justo encima de los retablos. También en las pechinas realizó pinturas de los cuatro doctores marianos, casi todos benedictinos, menos San Bernardo de Claraval que va de blanco. En la cúpula trabajó escenas de la vida de San Marcos como la predicación de este en Alejandría,  la confirmación de su Evangelio por parte de San Pedro, el intento de quemarlo en Alejandría que se suspendió por una tormenta y una escena de la propia Batalla de Almansa.

Aquí se percibe más cerca la escena de la batalla de Almansa
(Foto SIEMA)

Los retablos serían los siguientes, si empezamos por la derecha, siento la mala calidad de algunas de las fotos y los reflejos:
  • San Blas (anónimo)
  • La Soledad (Juan Pascual de Mena) y en el Sagrario la Sta Faz como la que se conserva en la Catedral de Jaen
  • La Virgen con el Niño (de Pascual de Mena;  regalo de la reina MªCristina, mujer de Alfonso XII, a la iglesia)
  • Retablo Mayor con la escultura de San Marcos, sedente, escribiendo su Evangelio. Entre columnas de orden gigante, rayos de madera dorada que le traen la inspiración de un óculo con vitrina del Espíritu Santo. A destacar los ángeles y querubines que le rodean. La escultura de San Marcos ocupa la última elipse, realmente metida en el retablo mayor, hecho que no se aprecia en el plano. Pascual de Mena escribió en griego el Evangelio, como así sucedió en realidad.
  • San José (Pascual de Mena, s. XVIII)
  • Imagen del Sagrado Corazón, era la iconografía más antigua de este tipo de advocación que hubo en Madrid. Francisco Font la copió literalmente de la original que se destruyó en el incendio de 1925, basándose en fotografías antiguas. 
  • San Antonio de Padua: imagen de Juan Villanueva Bardales, padre del arquitecto neoclásico, Juan de Villanueva. 
Retablo de la Soledad (Foto SIEMA)

Virgen con niño y parte del púlpito (Foto SIEMA)


Rompimiento barroco de líneas en la parte superior del retablo mayor, 
con la vidriera del Espíritu Santo y los ángeles. También las curvas de la línea de cornisa
y los capiteles y casetones de flores (Foto SIEMA)

San Marcos en el centro del retablo (Foto SIEMA)


Detalle de la escultura (Foto SIEMA)

Escultura del ángel del silencio, de Juan 
Pascual de Mena (Foto SIEMA)


Sagrario de bronce dorado y esmaltes,
s XIX (Foto SIEMA)

Como siempre, Ventura consigue hacer una arquitectura armoniosa, muy luminosa y elegante. La escultura central representa al Evangelista San Marcos recibiendo la inspiración divina por medio de los rayos dorados para escribir su Evangelio y es de Juan Pascual de Mena. Los ángeles de pié laterales, en marmolina, son también de Pascual de Mena. Los grandes ángeles sedentes arriba fueron realizados por Felipe de Castro y todo el sinfín de querubines y pequeños ángeles que recorre la iglesia tienen la autoría de Robert Mitchel  (el mismo que trabajó en la conocida fuente de Cibeles ). Muchas veces se da una unidad de arquitectura, escultura y pintura, como el las pinturas de la cúpula, con esos ángeles cuyo estuco sobresale, lo mismo que en el retablo de la soledad, donde las alas salen en relieve del propio lienzo. Como veis, mucho más importante de lo que parece por fuera. Incluso la Sacristía es muy interesante. Desde ella se accede a la escultura de San Marcos del retablo central y contiene muchas obras de arte: un lienzo del s XVI que representa a los cuatro evangelistas, un Cristo de márfil filipino barroco y unos espejos magníficos. 

Maribel Piqueras

Sagrado Corazón (Foto SIEMA)

San Antonio de Padua, de Juan de Villanueva Bardales.
Con el Niño Jesús esculpido de manera inpendiente
(Foto SIEMA)


Cristo filipino de márfil en la sacristía (Foto SIEMA)


Espejo (Foto SIEMA)

lunes, 11 de febrero de 2013

Casa Museo de Sorolla

Uno de los lugares más bonitos, entrañables y con más luminosidad que hay en Madrid es la Casa Museo del Pintor Sorolla, situada en la calle Martínez Campos nº 37. El pintor empieza a construir esta casa en 1910 y la habitará a finales de 1911. Llega a esta vivienda como un pintor ya de fama mundial y gran reconocimiento, sobre todo a raíz de las exposiciones en Nueva York , pero hay que recordar que Sorolla nunca fue un pintor burgués. Se crió huérfano, junto a su hermana Concha, en casa de su tío que era artesano cerrajero. El percibió las aptitudes de su sobrino para la pintura y le facilitó el acceso a la Escuela de Bellas Artes de San Carlos, en Valencia. Sorolla pintaba bien y consiguió ser becado en Roma, donde permaneció bastantes años (los dos últimos ya casado con Clotilde). Era un trabajador incansable y,como fruto de una vida repleta de esfuerzo, trabajo llegó a poder disponer de esta vivienda. Aunque el arquitecto fuera el también famoso Repullés, el pintor controlaba todo el proceso de construcción y le daba indicaciones continuas sobre el diseño. En aquellos años su casa emergía en una zona tranquila y llena de luz. Nada que ver con los ruidos de la calle actual ni con las altas edificaciones construidas posteriormente alrededor
Entrada  a la casa de Sorolla
La entrada de la familia a la vivienda se realizaba a través del primer jardín, inspirado en el Jardín del Laberinto de los Reales Alcázares de Sevilla, sobre todo la fuente y la parte inferior de la fachada que se la hizo modificar al arquitecto para incluir ese pórtico columnado. Hay un naranjo y un gran laurel que quedan todavía de las plantas pensadas por el pintor. Todos los jardines los diseñó Sorolla, son de inspiración andaluza y él mismo plantaba las plantas y flores, se traía semillas e indicaba su colocación. Hoy en día es lo peor conservado de la casa, por la falta de luz actual a como era en sus orígenes. Para poder realizar las visitas a la casa hay que atravesar los otros dos jardines. Este primero que es de 1911 y el segundo, realizado entre 1915-16 que recuerda al Generalife, incluso tiene arrayanes traídos de la Alhambra y un pilar granadino, aunque también muchos elementos italianos (como el togado, las columnas o las pequeñas esculturas)

lienzo pintado por Sorolla de esta fachada y entrada a su casa. Obsérvese lo florida que estaba.
Segundo jardín o de los arrayanes
El tercer jardín se plantó hacia 1912, pero se reformó hacia 1917, una vez que se habían terminado los anteriores. El saliente del mirador circular y la escalera de azulejería crean una planta irregular que le impidió trazar un jardín totalmente árabe. Por eso es el más ecléctico de todos: la pérgola resulta muy italiana, la alberca sin embargo es de reminiscencias sevillanas. Presenta también unas figuras alegóricas en la llamada "Fuente de la confidencia". Bajo está pérgola le dió una hemiplejía mientras pintaba en 1920. Toda esta parte de los jardines que rodean la casa está abierta al público libremente, incluso se pueden alquilar para hacer algún tipo de acto.

El Museo se creó por expreso deseo de su viuda y musa, Clotilde. Ya en 1925 dictó testamento donando todos sus bienes al Estado español para fundar un museo en memoria de su marido. Se aceptó el legado en 1931 y, desde 1945 es un museo abierto al público, siendo el primer director su único hijo varón- Joaquín Sorolla García-. En el año 1951 se integran los fondos en la Fundación Sorolla, donde siempre tiene que haber algún descendiente de la familia. Desde 1973 es Museo estatal y depende del Ministerio de Cultura. Junto a la gran colección de pintura y dibujo reunida, también podemos ver colecciones de cerámica, mobiliario, archivo de cartas, fotografías antiguas, joyería popular, piezas textiles y metales.

En la planta baja se sitúa el patio andaluz, que recuerda a los patios cordobeses y está organizado en torno a una fuente con azulejos de Triana. Los estantes que contienen las colecciones de cerámicas muestran  la afición del pintor por coleccionar este tipo de artesanía. El zócalo es de cerámica de Talavera, pero predomina la cerámica andaluza y la de Manises. En 1981 se acristalaron las galerías.Por aquí se accede a la tienda y compra de billetes.

Ahora, por la escalera de la derecha del último jardín, entraremos en la casa como lo hacían los lienzos, ya que se recorren primero las tres salas que corresponden a los antiguos estudios del pintor. La Sala I es la que usaba para preparar marcos y lienzos y no estaba provista de decoración. Ahora nos introduce en la vida y obra del pintor a modo de resumen. Podemos ver su autorretrato, retratos de su mujer e hijos. Se casó en 1888 con Clotilde Garcia, hija de un amigo fotógrafo. Sorolla siempre fue un apasionado de la fotografía, en sus obras introduce la técnica fotográfica en los encuadres de las composiciones, los enfoques y desenfoques, etc...Sus tres hijos: María, Joaquin y Elena. Observamos la evolución de su pintura desde obras dentro de la temática de realismo social, pasando por escenas íntimas como Clotilde en el momento de dar a luz a su hija pequeña, un cuadro lleno de finura y maestría en el manejo de los blancos, malvas, grises.La verdad es que no le gustaba hacer retratos, sino era de los miembros de su familia, que son los que más vemos aquí. Tanto Sorolla como Clotilde y toda la familia les gusta aparecer con toda elegancia en los retratos. Él era un amante de la moda y le compraba a su mujer vestidos a la última en sus viajes, con los cuales luego la retrataba
"Madre" (1895)
"Autorretrato" (1909)
"Mis hijos"
"Niños en la playa"(1910. Museo del Prado)
En la Sala II era donde se exponían los cuadros ya terminados o a la venta, como un despacho en donde apenas se ha modificado la decoración. Hay una curiosa fotografía de la pareja recién casados y viviendo en Roma. Hoy se exponen los cuadros de playa, que Sorolla empezó a pintar a partir de 1899. Pero desde 1904 se consolidaron como temática independiente. La mayoría están pintados en las playas del Mediterráneo entre 1904 y 1916. Pero también hay alguno del Norte, como esta "Instantánea en Biarrtiz" de 1906 donde aparece su hija María haciendo fotografías y elegantemente vestida con esos trajes blancos y sombreros movidos por el viento.
En general la pintura de playa de Sorolla sigue unas características: suelen ser grandes lienzos pintados directamente a la luz de la playa, el punto de vista es alto y muy próximo, en la jerarquización de los motivos utiliza recursos de la fotografía. La técnica es fluida, de pincelada larga y como astillada. La luz es fundamental, es la energía que transforma todo. Se mueve en un plano más emotivo que el cientifismo de los impresionistas. La modernidad para Sorolla suponía una renovación de la tradición pictórica, pero no rupturas. A pesar de ser un pintor de transición al s XX y conocer los grandes cambios aportados por el cubismo, el surrealismo o el impresionismo él no participa de esos movimientos. Es como un costumbrismo moderno, como el pintor de la luz que se manifestará más en los cuadros de playas y jardines.
Sorolla retratando a Clotilde (1906)

La Sala III constituía su estudio principal. Sorolla pidió al arquitecto que le proporcionase numerosas entradas de luz, también tenía otro ventanal abierto en el muro oeste, pero que se cegó en 1930. Aquí se exponen antiguedades, ya que le gustaba coleccionar muebles y esculturas antiguas, retratos, lienzos de playas, fotografías utilizadas para sus cuadros y también jardines. Aquí empieza hoy la Exposición Sorolla Jardin de Luz que tendremos la suerte de poder ver hasta mayo. Nuestro pintor disfrutaba con el colorido, reflejos de luz y composiciones de jardines. El primero que pintó fue el de su casa anterior, situada en Miguel Ángel en 1906; a esta le siguieron los de la Granja (1907) y, desde 1908 se hace un asiduo visitante de los jardines árabes en Sevilla y Granada. La Alhambra de Granada y los Reales Alcázares de Sevilla son sus preferidos. 

" Reflejos en una fuente" (1908)
Estas obras están la mayoría en colecciones privadas. es una gozada observar como trata la temática jardines, como pequeñas instantáneas o fotografías muy personales, donde la luz, los reflejos en el agua, las fuentes, el colorido, el aire que transmiten los patios. Hasta podemos percibir el murmullo del agua......
En la última planta, las habitaciones que antes eran los cuatro dormitorios los han acondicionado para seguir esta exposición: ahora son escenas de patios muy recogidas o rincones del propio jardín de su casa, temática esta preferida en los últimos años de su pintura. En esos cuadros del final la técnica se vuelve más sintética y la pincelada más rápida y esquemática, aproximándose más a las vanguardias.

"Rosal de la casa Sorolla" (1918)
Cuadro de sus años finales con técnica más sintética
La casa comunicaba los estudios del pintor con la propia vivienda, dado que para él la familia era lo más importante y quería tenerles cercanos a su lugar de trabajo. Pasando por la gran puerta se accede a un pequeño pasillo rodeado de antiguedades por el que se llega al luminoso salón con miradores acristalados. La rotonda la decoró Sorolla con una galería de retratos en escultura. De las paredes cuelgan retratos de la familia. Espectacular el mobiliario, las lámparas de Tiffany, la talla de madera del s XV representando a la Virgen con el Niño. Sorolla era un artista muy religioso y amante de las Vírgenes, que podemos ver en todas las estancias. Desde el tondo florentino de estilo Della Robia por el que se accedía a la vivienda, pasando por las de la escalera principal, a la la de Sta Ana con la Virgen y el Niño en su despacho, para terminar contemplando todas las del salón y las del comedor. En el antecomedor nos encontramos con el altísimo zócalo que reproduce azulejos de Talavera, muebles españoles nuevos y modernos y la cerámica de Manises con reflejos. En cuanto al Comedor podemos decir que es lo mejor conservado, ya que solo le falta la alfombra original. Es un homenaje a su Levante natal, con la guirnalda de frutos valencianos, laurel y flores que recogen entre su mujer y sus hijas. 
Justo en frente de la Casa Sorolla merece hacer un alto en el camino en dos negocios con encanto en este Madrid. Uno es La Alacena ( Martínez Campos 44),donde paramos a tomar algo después de la visita. Un local de lo más agradable donde nos trataron con primor. De mobiliario sencillo, pero acogedor, nos invita a tomar productos selectos extremeños: tapas y tostas de quesos variados, lomo, yemas de espárragos, ventresca con tomate y  todo tipo de ibéricos para seguir después paseando por Madrid. Con el otro salto a  la otra punta, a Oriente, pues se trata de Daisuky. Daisuky ( Martinez Campos 42) es una tienda de productos japoneses que lleva un año y medio abierta con gran éxito. Dispone de 300 metros cuadrados repletos de estanterías donde encontrar todo tipo de productos japoneses para llevarte, también un take away de comida ya preparada, un sushibar  e, incluso,un aula de cocina donde aprender estas técnicas culinarias. La decoración es minimalista, sencilla y muy luminosa y práctica. Si te gusta la comida japonesa no dejes de conocerlo